Una reflexión sobre el amor con apoyo de San Pablo, Octavio Paz y Hegel!
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Tradicionalmente, los filósofos ensalzan la razón y el desinterés para que sus reflexiones sean los más objetivos posibles. Es por ello que el amor, que provoca mucha pasión, no tiene tan buena reputación. Si pides a un filósofo su opinión sobre el amor, lo más probable es que responda con cierto desprecio o desdén. Pero si pides su opinión el 14 de febrero es casi imposible que resista la tentación de volverse totalmente cínico al respecto. En este momento, oigo Schopenhauer llamando mi nombre desde el librero: “Darin, Darin, baja mi libro del estante, yo te ayudo hacer tu vídeo”. Es difícil resistir la tentación ya que este día sólo sirve para poner en relieve la total comercialización e infantilización del amor en nuestra sociedad. Todos lo sabemos y sería fácil que me quejara de ello, pero . . . no – tengo otra cosa en mente.
Empiezo con una historia. Me gustan las historias de cómo parejas se conocieron. En el caso de mis padres, mi abuela paterna vendía productos de belleza de puerta en puerta. Un día mi padre la acompañó y en cierta casa tocaron la puerta y contestó una chava que era mi madre. Y el resto, como quien dice, es historia. Una larga historia, de hecho, llevan 53 años de casados! 53 años. Me pregunto si eso todavía es posible hoy en día. La verdad, no creo, o al menos es mucho menos probable. ¿Por qué ha durado tanto el matrimonio de mis padres? Posiblemente porque son católicos y de acuerdo con su fe el divorcio no es una opción. Aunque quizá fue por los hijos, o por la inercia, porque ya se habían acostumbrado el uno al otro. Puede que todas estas razones influyeron un poco, pero yo quiero creer que fue por el amor, por cursi que suene. ¿Qué entiendo por amor? Me acerco a una respuesta con el siguiente dato.
Mucha gente que se casan, sea en la iglesia o no, leen en su boda unas palabras de una epístola que San Pablo escribió a una comunidad de cristianos en Corintio. Ahí dice: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor”. Lo que se traduce como “amor” es la palabra griega “ágape”, lo cual es correcto, pero la palabra “filia” y “eros” se traducen como amor también, de modo que se pierden matices. Algunas traducciones de la Biblia traducen ágape, en esa epístola de San Pablo, como “caridad” en vez de “amor”. Eso me parece muy sugerente. Caridad en este contexto no tiene el sentido contemporáneo de donar dinero o ropa a los pobres, sino de ocuparse del otro, del prójimo, de querer el bien para él, de ser compasivo y solidario con el otro.
¿Es ese amor al prójimo, el ágape, lo que conmueve a los novios en la boda? ¿No es más bien el eros, esa intensa atracción loca que uno siente no por cualquiera sino por alguien en particular? Pues, sí, pero no del todo; es que es más complicado que el uno o el otro. El ágape y el eros se distinguen en su aplicación o extensión, el uno capaz de aplicarse a cualquiera y el otro, el eros, a uno solo o a muy pocos. Sin embargo, al combinar los dos, al tratar con caridad el objeto de atracción erótica, nace el amor en su sentido pleno. Al menos, eso es lo que quiero pensar. En su maravilloso libro La llama doble, Octavio Paz, aunque no hable de la caridad, nos enseña cómo sucede esto.
Antes de seguir, se me vino a la mente lo que dice Schopenhauer sobre el amor (sí, ¡sigue llamándome desde el estante!), a saber, que en términos generales el amor es un gran ardid de la naturaleza, es decir, que no es más que un medio para juntar a dos personas para propagar la especie. No somos más que juguetes de la famosa Voluntad schopenhaueriana. Puede que pienses que esa Voluntad sea un excesivo producto de la imaginación metafísica de Schopenhauer. Pero no. Una forma de visualizarlo concretamente es pensar en la entropía. 99.9999 quien sabe cuantos nueve por ciento del cosmos está regido por la segunda ley de la termodinámica, es decir, por la pérdida de energía y orden. La flecha de esa dinámica es inexorable, menos en algunas cuantas motas esparcidas en la inmensa oscuridad donde hay vida biológica. En esas remotas y pequeñas islas en el cosmos la flecha va en sentido contrario, hacia la evolución y el desarrollo, la diferenciación y diversificación de organismos y especies. Muchos de esos organismos se reproducen de forma asexual, y algunos – los animales y algunas plantas – lo hacen sexualmente. Como los demás animales, tenemos que reproducirnos para sobrevivir como especie. En ello participamos en el eterno y ciego devenir de la Voluntad, como decía Schopenhauer, sin embargo lo hacemos con un estilo sin paralelo en el cosmos.
Lo que en este contexto nos distingue realmente de los demás animales no es la racionalidad, sino la imaginación. Con la imaginación, el hombre transforma el sexo en erotismo. El hombre es un animal erótico. El ser humano utiliza la imaginación no sólo con el sexo sino con toda una gama de fenómenos, transformando algo en estético o artístico. El lenguaje, por ejemplo, al igual que el sexo, se transfigura estéticamente con la imaginación. La finalidad del sexo, biológicamente, es la procreación, y la del lenguaje es la comunicación. Mediante la imaginación, uno se transforma en erotismo y el otro en poesía. Dice Octavio Paz que el erotismo es una poesía del cuerpo, y la poesía un erotismo del lenguaje.
Dijimos que la finalidad del sexo como tal es la procreación; la del erotismo es el placer. Al ser mediado por la imaginación, este placer no es simplemente fisiológico, sino estético, proveniente de la dimensión psíquica y entrelazado con lo simbólico y lo cultural. Sin embargo, lo que tienen en común el sexo y el erotismo es el cuerpo. Es en este punto donde el fenómeno del amor surge, formando el ápice del fenómeno humano. Donde la materia del erotismo es el cuerpo, la del amor es el alma. Paz dice que el erotismo es una poesía del cuerpo, pero no extiende el lenguaje metafórico al amor. No dice “el amor es un X del alma”. A lo mejor no se le ocurrió una buena metáfora, no sé. En todo caso, a mí tampoco. No obstante, está claro que si hubiera una metáfora adecuada tendría que ser no de la categoría de lo estético, como la poesía, sino de la categoría de lo ético.
La diferencia entre cuerpo y alma en este contexto es la diferencia entre objeto y sujeto. No me extrañaría nada que Paz, al hablar del erotismo, tuviera en mente la esfera de lo estético que trata Kierkegaard, y que pensara en algún personaje como Don Juan. Don Juan no ve a las mujeres como personas, sino como cuerpos, como objetos, todos en su conjunto constituyendo una especie de continuo en el que goza de las variaciones de uno y el mismo placer sensual.
El amor, en cambio, es una atracción misteriosa y apasionada, dice Paz, hacia una sola persona – la transformación del objeto erótico en un sujeto libre y único. El amor se da en función de una elección, la elección de esa persona singular, lo cual es un acto claramente ético, en el que vemos el paralelo con la dimensión ética de Kierkegaard. Aunque curiosamente, combina este acto ético de elección con un aspecto de la esfera religiosa de Kierkegaard, al menos a mi parecer. Es que el amor es por un lado una elección pero por el otro algo totalmente involuntario. Cuando leí eso de lo involuntario, resonó mucho con lo que siempre había pensado sobre el amor, a saber, que si me enamoro, esa atracción misteriosa y apasionada tiene que presentarse como algo inevitable, totalmente fuera de mi control, como si me cayera una tonelada de ladrillos encima. Sobre semejante peso uno no puede hacer más que sucumbir. Igual con la persona que ama – se presenta de esa forma bruta y casi destinada. Lo curioso es que lo uno elige no es a la persona, a diferencia de otras, ya que nos llegó de forma involuntaria, sino que elegimos amarlo.
La forma en que Paz entiende y maneja la elección en su reflexión es muy distinta a cómo lo manejamos hoy en día. Al principio, preguntaba si sería posible hoy en día que dos personas permanecieran juntos 50 años o más. Creo que sería muy difícil y eso debido quizá a cómo entendemos y manejamos la elección. Es que vivimos en una sociedad sumamente consumista. Lo que valoramos sobre todo es la libertad, la libertad de elección. Entre más opciones para la elección mejor, o sea, mejor poder elegir entre una amplia gama de marcas de coche, o tiendas de ropa, que uno solo. Pues resulta que este escenario no es tan bueno como pudiera parecer. Los economistas han identificado un fenómeno que se llama la “paradoja de la elección”. Por ejemplo, en una tienda donde ponen una mesa con muestras de algún producto como mermelada, si ponen 4 ó 5 sabores de mermelada la gente los prueban y cierto porcentaje compran el producto. Si ponen 15 sabores, por ejemplo, el porcentaje de los que compran baja mucho. Es que la gente empieza a probar, van de uno en otro, luego se confunden, no están seguro y piensan mejor no comprar por si llegan a casa con un sabor y luego dicen, no, debía haber comprado el otro. Para evitar esa incertidumbre y posible arrepentimiento, no compran. De modo que, ¡entre menos opciones mejor! Menciono todo esto porque hoy en día mucha gente buscan el amor de su vida en sitio de encuentro en internet. ¿Qué es lo que uno ve ahí? Página tras página de perfiles, de fotos de personas. Uno se para en un perfil, y piensa que está bien, o al menos no está mal, pero luego dicen “a lo mejor el amor de mi vida esté en la siguiente página”, entonces siguen.
Lo que está ausente aquí es el aspecto involuntario que menciona Paz. Si uno está en control, la única elección que puede haber es entre diferentes personas, personas que, al menos en el entorno digital, se tratan como objetos. Nuestra forma de entender la elección indica un apetito por la posesión, pero la elección de la que habla Paz transforma ese apetito en una especie de renuncia, en un rendirse ante el otro. Esto es muy parecido a la actitud de fe, de fe en lo absurdo, que comenta Kierkegaard en la esfera religiosa. La posesión del otro niega la libertad de ese otro, reduciéndolo a un objeto. El amor, en cambio, es cuando uno elige libremente el destino que le ha tocado en la forma de esa persona singular, y eso puede suceder si uno rechaza la posesión a favor de una negación de la propia soberanía de uno. Como dice Paz de forma tan bella: “El amor es un accidente que nuestra libertad transforma en una elección”.
Y con esto vuelvo a mi reflexión sobre la epístola de San Pablo y la traducción de ágape como caridad. Por un lado, creo que me gusta esa traducción porque la palabra “amor” es tan abusada y sobre cargada de sentido que se presta a entender desde la relación de uno con Dios hasta con el chocolate por el otro extremo. Lo que yo entiendo por amor va muy de la mano con lo que dice Octavio Paz y se hace más explícito con la palabra “caridad”. Sí, caridad o ágape tiene ese sentido de amor al prójimo, de ser solidario y compasivo con el otro, con cualquier otro, pero al aplicarse a esa persona singular con la que te comprometes, sucede algo especial. Recurro a la famosa dialéctica del amo y el esclavo de Hegel para explicar lo que quiero decir. El amo quiere que el otro le reconozca y para ello lo domina, lo posee, convirtiéndolo en esclavo, o siervo más bien. Como famosamente revela la dialéctica, el amo no recibe ese reconocimiento porque al haber rebajado al otro a un nivel inferior, su reconocimiento carece de valor. El siervo, en cambio, al someterse al amo y obedecerlo, encuentra en el trabajo que está obligado a hacer, cierta agencia y autonomía. Es decir, mediante su servidumbre, el siervo cobra una humanidad de la que el amo, por su afán de dominio, ni se da cuenta. El siervo fue obligado a someterse, a negar su soberanía como diría Paz, pero a lo que voy es que en el amor entre dos personas ésa es una actitud que uno puede tomar de forma voluntaria. Para mí, el amor, cuando los dos hacen eso, es como una mutua servidumbre que en vez de rebajar al otro cultiva y posibilita la libertad y autonomía de cada uno. Eso es el verdadero reconocimiento, y ahora veo que en vez de fuerzas sociales o ideologías religiosas, que eso es lo que está detrás un matrimonio de 53 años. Feliz día del amor y la amistad!
Insuperable. Felicidades. Un abrazo muy fuerte
Muchas gracias Elena 🙂
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Ha sido precioso cuanto has dicho, maestro Darin. Muchas gracias. Enhorabuena a tus padres.
Gracias Francisco!
Gracias Darin, como siempre.
Estoy seguro de que te gustaría conocer lo que escribe el filósofo español Eugenio Trias sobre el amor y la pasión.
Saludos desde Valencia, España
Gracias por el tip Javier. He oído hablar de Trías pero no lo he leído, lo investigaré.
Por favor, Darín, la descarga del guión está enlazada (hace link) con otro tema que ya trataste: la muerte. Parece que Tanatos quiere imponerse a Eros, no lo permitamos. ¿Puedes corregirlo?. Gracias.
Upps, ya quedó, gracias Mariano!
Hermosas reflexiones profesor, denota una profunda sensibilidad, muchas gracias por compartirlas. Mis mas sinceras felicitaciones por su trabajo . Cordiales saludos desde Tenerife
Muchas gracias Margarita!
Hace poco descubrí tu fonda en YouTube y me he deleitado con tus platillos teóricos que, anécdoticamente, han acompañado amenamente a mis comidas. Muy buen trabajo y muchas felicidades
Gracias Ernesto!
Soy un seguidor indeclinable de la Fonda Filosofica. Los temas son maravillosos. ¡gracias y felicitaciones!
Un aparte. No encuentro el audio sobre El Amor. Quisiera descargarlo para llevarlo en mi móvil.
Hola Martin. Volví a cargar el audio. A ver si funciona ahora. Gracias 🙂
Respetado Darin,
Me he topado hoy con esta entrada en Spotify (suelo escuchar tus programas cuando paseo mis perras).
Hermosa reflexión y conmovedora hasta las lágrimas. Un saludo muy especial desde Colombia.
Vaya, que gusto me da que te haya gustado tanto. Un fuerte abrazo Antonio!
Hola muy interesante soy seguidora en tu canal pero no conocía esta pagina, gracias por compartir
Bienvenida 🙂
Apreciable Dr. Mc Nabb.
Ojala pueda hablar sobre la matemática.
Hola Noé. La filosofía de las matemáticas no es muy fuerte pero tendré muy en cuenta tu sugerencia. Saludos 🙂
El amor es el espacio que hay entre la palabra y la acción. El amor es empatía. Cuando pretendemos darle forma desaparece.
Buenos días desde el “arresto domiciliario” en España a causa del virus monárquico o coronavirus.
He desembarcado por feliz azar en su fonda filosófica y me he encontrado con su incisiva y sugerente reflexión sobre el amor. He visto el vídeo, pero creo que, para una pausada reflexión, leeré el texto y así imaginar (no creo estar a la altura para pensar) alguna idea.
Un primer saludo, Mr. Darin.
Muchas gracias Darin por esta y todas tus lecciones, las disfruto muchísimo. Me permiten acercarme a pensadores que de otra forma me estarían vendados.
Me gustaría tu opinión sobre el concepto de amor elaborado por Humberto Maturana. Gracias!!
Hola Guillermo. No conozco lo que dice Maturana sobre el amor. Me intriga el tema, lo voy a buscar, gracias!
Qué maravilla de reflexión. Muchas gracias por tus enseñanzas y tu generosidad al compartirlas. Siempre quise estudiar filosofía, ahora tengo maestro y escuela, te estoy muy agradecida.
Me da gusto saberlo Zobeida, un abrazo!