Hoy un análisis de la duda y la creencia para entender en parte cómo llegamos a creer lo que creemos.
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En mi vídeo sobre el dogmatismo, hablé del peligro del dogmatismo y también del peligro del otro extremo, el escepticismo, y expresé el dilema de adoptar cualquiera de los dos con un poema de W.B. Yeats que cité, eso de que los mejores carecen de toda convicción mientras que los peores están llenos de una apasionada intensidad. Medio deprimente. Pero me da gusto reportar que encontré otra cita que da esperanza. Es de Bertrand Russell, de su Historia de la Filosofía donde, al describir la empresa filosófica, dice: “enseñar a vivir sin certeza, y al mismo tiempo no ser paralizado por la vacilación, es quizá el mayor aporte que la filosofía, en nuestra época, puede hacer a los que la estudian”.
Me parece muy sabio y sensato lo que dice, pero al mismo tiempo puede parecer extraño porque Russell no era ningún gurú de auto-ayuda o relativista, sino un gran lógico y matemático. En vez de decir “enseñar a vivir sin certeza” uno esperaría que dijera “enseñar a pensar de forma rigurosa y objetiva”. La razón por la que no dice eso se debe a su forma de entender la naturaleza de la filosofía. Ubica a la filosofía entre la ciencia, por un lado, y la teología por el otro. La ciencia nos dice lo que podemos saber. Todo conocimiento definido proviene de ella. Sin embargo, lo que podemos saber es muy poco. Dice que “si olvidamos que hay mucho que no podemos saber, nos volvemos insensibles a muchas cosas de gran importancia”. O sea, no podemos simplemente hacer caso omiso a todas esas cuestiones a las que la ciencia no puede dar respuesta. Eso me recuerda mucho de lo que dice Kant en el prefacio de la Crítica de la razón pura. Dice: “La razón humana tiene, en una especie de sus conocimientos, el destino particular de verse acosada por cuestiones que no puede apartar, pues le son propuestas por la naturaleza de la razón misma, pero a las que tampoco puede contestar, porque superan las facultades de la razón humana”.
Volviendo a Russell, dice que aunque la ciencia no se ocupa de esas cuestiones, hay una empresa humana que sí lo hace y además pretende dar respuestas concretas. Se refiere a la teología. Dice: “todo dogma concerniente a lo que rebasa el conocimiento definido pertenece a la teología”. Conocimiento científico y dogma teológico, y entre los dos la filosofía. Ésta comparte con la teología ese interés en cuestiones que no son susceptibles a un conocimiento definido, sin embargo se aparta de la teología al descansar no sobre la autoridad, sino sobre la razón humana.
Entonces, es por eso que caracteriza a la filosofía como enseñando a vivir sin certeza, ya que la filosofía no es ciencia, pero tampoco debe ser dogmática como la teología. Pero justamente en eso consiste la acusación que hice en mi vídeo sobre el dogmatismo, que la filosofía, o al menos los filósofos que he conocido a lo largo de mi vida, incluyéndome a mí mismo, son simplemente muy hábiles para justificar sus prejuicios. Ya estoy vislumbrando una manera de responder mis dudas sobre la filosofía, pero todavía no lo tengo claro. En todo caso, para ayudarme a esclarecerlo creo que sería bueno fijarnos primero en el lado de la ciencia y las condiciones de ese conocimiento definido cómo lo llama Russell. Con esto, podemos entender cómo su adquisición se despista por cosas como la ideología como comenté en el último vídeo. A fin de cuentas, mi preocupación no es sólo con el dogmatismo en la filosofía, sino, y más importante, con el mundo social en que todos vivimos y la polarización y la posverdad que cada vez más reinan ahí. ¿Por qué algunos tienen una creencia y otros, sobre el mismo tema, tienen una creencia distinta o contraria? ¿Está mal su creencia, o la mía? ¿Cómo lo podemos determinar? Pues tengo el escrito perfecto para orientarnos, y por supuesto es de Charles Sanders Peirce. Se llama, muy apropiadamente, “La fijación de la creencia”.
Se me había olvidado, pero resulta que las primeras dos líneas del escrito reflejan precisamente el problema epistémico que comentamos en el vídeo sobre el dogmatismo. Dice Peirce: “A pocos les interesa estudiar lógica, porque todo el mundo se considera ya lo suficientemente competente en el arte de razonar. Pero observo que esta satisfacción está limitada al propio raciocinio y no se extiende al de otros hombres”. Cada quien está enteramente convencido de la corrección de sus opiniones, y no entiende cómo otros pueden sostener una opinión distinta. Pues este escrito explica este fenómeno al explicar diferentes forma de fijar la creencia. Hay cuatro formas en total, pero antes de discutirlas, Peirce trata primero la naturaleza de la creencia y el motivo para cambiarla o adquirir una nueva.
Las creencias son disposiciones a actuar, hábitos o reglas que dirigen nuestras acciones. Por ejemplo, si creo que el fuego quema y deseo no quemarme, entonces mantendré mi dedo lejos de la llama de la vela. Peirce describe la creencia como un estado calmado y satisfactorio del que no queremos salir. Sin embargo, a veces ese estado sereno se rompe. Por ejemplo, en las noticias anuncian que hay un virus contagioso que está propagándose por el mundo y que tiene una tasa de mortalidad varias veces superior a la de la influenza. De repente, se suspende la calmada y cotidiana acción que caracteriza la vida normal. Saludar a tus amigos con abrazos y convivir con ellos, ir al cine o al supermercado, se vuelven actividades problemáticas. ¿Debes apartarte de la gente, encerrarte, usar cubrebocas? ¿Qué hacer? Te ha entrado la duda. La duda no es un hábito o disposición general como la creencia, sino un estímulo, una irritación o molestia que provoca a uno de inmediato a eliminarla. Los pasos que uno toma para erradicar la duda es lo que Peirce llama la indagación. El pensamiento es excitado con la irritación de la duda y cesa con la obtención de la creencia. De este modo, podríamos decir que la finalidad de la indagación es el establecimiento de la creencia.
Ahora bien, la indagación a la que la duda da lugar puede proceder de cuatro formas o métodos, según Peirce. Son el método de la tenacidad, el método de la autoridad, el método a priori, y como final el método científico. Van en este orden de acuerdo con su capacidad de fijar creencias duraderas. Empecemos con él de la tenacidad.
Como el propio nombre sugiere, este método se caracteriza por sostener tenazmente una creencia sin importar otra consideración cualquiera. Su ventaja estriba en eliminar de forma inmediata la irritación de la duda, llegando uno así rápidamente al estado calmado de la creencia. Por ejemplo, la duda que uno tiene sobre el virus y cómo actuar puede disiparse al aferrarse tenazmente a la creencia de que el virus no existe, que es un engaño por parte de políticos y gente poderosa. De repente, la irritación de la duda se elimina, la creencia se establece, y uno se siente tranquilo nuevamente. Sin embargo, no es un método muy recomendable ya que, dice Peirce, el impulso social está en su contra.
Al menos que vivamos como ermitaños, nuestras vidas y las creencias que las guían cruzarán con las de otros. Veremos a otros sosteniendo opiniones distintas y nos veremos obligados a considerar nuevamente la confianza que tenemos en las nuestras. Al tener más contacto con los que nos rodean, nuestra comprensión de la investigación se amplía porque nos damos cuenta de que la creencia que suplanta la duda tiene que aguantar no solamente la experiencia del individuo sino también la de la comunidad. Hace falta un método que fije creencias de forma más duradera.
El siguiente paso en el desarrollo lógico del establecimiento de la creencia es lo que Peirce llama el método de la autoridad. Tomás Hobbes respondió al problema de una vida tosca, embrutecida y breve con la reificación del Estado. De la misma manera, el problema del establecimiento de la creencia pasa de un individuo a un cuerpo político o social con autoridad sobre todos.
Quizá el ejemplo más puro de eso sería Corea del Norte. Hay una gran unanimidad de creencia en ese país gracias a su aislamiento y al poder total que ejerce su líder Kim Jong-Un. Pero aun cuando Putin, Trump, Bolsonaro y varios más no gocen de ese nivel de poder, logran fijar la creencia de mucha gente. Con respecto al coronavirus, Trump y Bolsonaro especialmente han logrado establecer la creencia y por tanto influir en la conducta de mucha gente al no usar cubrebocas (al menos Trump) y al minimizar la importancia de la sana distancia al llevar a cabo mitines con mucha gente. Este método es más duradero que el anterior porque logra fijar la misma creencia en mucha gente y de esta manera es menos probable que uno se tope con opiniones contrarias que provoquen duda. Aun así, es probable que tarde o temprano, especialmente con los medios de comunicación que tenemos hoy en día, que uno encuentre creencias distintas de la suya. Incluso en Corea del Norte. Es interesante escuchar a gente que ha logrado escapar de ahí donde la opinión pública es muy controlada y bastante homogénea. Hablan de contrabando que les llegó, una película china, un panfleto de Corea del Sur, y otras fuentes que les permitían vislumbrar un mundo distinto de él que retrata la autoridad. A pesar de su mayor alcance, el método de la autoridad tiene claro defectos para una fijación duradera de la creencia.
De esta clase un tercer método se sugiere: el a priori. Este método manifiesta características de los primeros dos: primero, la autoridad pasa del Estado de nuevo al individuo, pero, segundo, ya no es una voluntad idiosincrásica lo que dirige la investigación sino la autoridad de la razón. Lo que Peirce quiere decir aquí por el a priori de la razón es parecido a lo que en Foucault se entiende por el término “episteme” – un marco conceptual muy general que hace que ciertas ideas y afirmaciones sean razonables y otras no. En nuestro caso del coronavirus, a pesar de los debates sobre su origen, sobre el manejo de la pandemia por parte de las autoridades, la eficacia de las cubrebocas, etc. hay una creencia muy ampliamente compartida de que el virus es un enemigo que viene de fuera que tenemos que atacar y controlar. Las metáforas bélicas que vemos en toda una gama de discursos sobre la pandemia provienen de una apreciación a priori, de una valuación cultural muy amplia, que entiende el mundo en términos de mente-materia, sujeto-objeto en el que el objeto material tiene que ser controlado.
Al centrar la autoridad de establecer la opinión o la creencia en una capacidad que todos tienen y a la que todos pueden acceder, el alcance efectivo de la creencia se mueve más allá de los límites del Estado y abarca la comunidad entera de investigadores. Este método parece tener mucho que lo recomienda. Evita el carácter idiosincrásico de los primeros dos métodos, mientras hace que la permanencia de la creencia sea una posibilidad real al emplear “la luz de la razón”, una capacidad común a todos. El método a priori es el que hasta ahora llega lo más cercano a cumplir los fines de la investigación.
Peirce estaría casi de acuerdo, dado el alcance más católico de este método de investigación. Sin embargo, de nuevo el argumento en su contra estriba en el poder del impulso social. Como fácilmente muestra la historia del pensamiento occidental, aquello que parece “agradable a la razón” ha sido diferente en diferentes épocas y lugares, y por lo tanto es más una función del gusto que de cualquier otra cosa. Peirce dice que el gusto es “siempre más o menos una cuestión de moda, y por consiguiente los metafísicos nunca han llegado a un acuerdo fijo, sino que el péndulo ha oscilado entre una filosofía más material y una más espiritual desde los primeros tiempos hasta los últimos”. Claramente, la preocupación que expresé en el vídeo sobre el dogmatismo Peirce ya lo había tratado hace 150 años en este escrito. ¿Cómo resuelve el problema que planteé?
Bueno, cualquiera que revise la historia del pensamiento verá este desfile de diferentes marcos a priori, y así la duda continuará. Dice Peirce: “Para satisfacer nuestras dudas, entonces, es necesario que se halle un método por el que nuestras creencias puedan ser causadas, no por algo humano, sino por alguna permanencia externa, por algo sobre lo que nuestro pensamiento no tenga ningún efecto”.
El defecto de estos primeros tres métodos reside en depender de algún aspecto de la voluntad humana y en las limitaciones inherentes a la finitud humana. Alguna agencia externa a las exigencias humanas proporcionaría las condiciones necesarias para un establecimiento más duradero de la creencia, aun cuando sea teóricamente provisional. Peirce dice que el mejor método “tiene que ser tal que la conclusión final de todo hombre sea igual. Tal es el método de la ciencia”. Este método es el único viable para Peirce porque incorpora la hipótesis de la realidad, la cual dice que hay cosas “reales” que afectan a nuestros sentidos, y que por lo tanto contribuyen a la formación de nuestras creencias de acuerdo con leyes regulares. La realidad entendida así sirve para restringir nuestra idiosincrasia y para proporcionar la única posibilidad real de establecer la opinión, aunque sea sólo en principio o a largo plazo. El único método que puede probar o sacar provecho de la hipótesis de la realidad es el método científico.
De todo esto quiero sacar dos conclusiones. La primera es que el método científico funciona en el mundo de la naturaleza donde podemos hacer preguntas a la Madre Naturaleza a través de experimentos. No funciona para resolver dudas o debates en el mundo de la filosofía. Como vimos con Russell, la filosofía no es la ciencia. Entonces Peirce no logra resolver mi duda fundamental. Aun así, dice algo muy interesante sobre estos dos mundos. Dice: “Parece que la ciencia y la filosofía fueron intercambiados al nacer [aquí Peirce dice en inglés “changed in their cradles” – o sea cuando en el hospital un bebé se pone en la cuna equivocada]. Continua diciendo: “Ya que no es saber, sino el amor al saber, lo que caracteriza al hombre científico; mientras que el “filósofo” es un hombre con un sistema que considera encarna todo lo mejor que vale la pena saber”. Para Peirce, la ciencia no es un conjunto de conocimiento sistematizado que se reparte en cajones, sino, al contrario, un deseo ferviente de conocer la verdad, lo cual implica querer saber en qué uno ha errado. Dice que “el elemento más esencial del espíritu de la investigación es aceptar en seguida cuando uno no haya tenido razón” – y eso se hace con mucho gusto. ¿Por qué? Porque así uno aprende, y eso es lo que le interesa al verdadero científico. Eso a diferencia del típico filósofo académico tal como lo retraté en el vídeo anterior. No le interesa investigar o aprender sino promover su sistema que piensa explica todo lo que vale la pena saber. Son muy pocos los filósofos que cambian realmente de opinión.
Bueno, ésa es la primera conclusión que quería sacar. La segunda es que este modelo de la duda-creencia que Peirce plantea suena muy bien, es lógico, tiene sentido, sin embargo caracteriza a muy poca gente en este mundo. Muchas creencias de muchas personas parecen ser determinadas o fijadas por el método de la autoridad o el método a priori. ¿Por qué no siguen hasta el método científico? ¿No les irrita la duda que provoca ver a otras personas u otras épocas con diferentes creencias y no tener una base segura para adjudicar entre ellas? Al parecer, no. A lo mejor, la noción de ideología puede explicar esto. Eso será el tema de los próximos vídeos.
Gracias profesor Darin, ‘cae al pelo’ el tema. Son épocas en que muchas creencias y costumbres se vienen confrontando a raíz de la marginación, discriminación y, por qué no, el racismo circundante en todos los países de toda la América y el mundo. En especial, frente a la invitación a ‘descolonizarnos’ de aquellas ideas, actos y costumbres imbricadas en la vida cotidiana (familia, trabajo y con nosotros mismos).
Hola
Muy interesante gracias.
Solo me preocupa que aunque el metodo cientifico puede ser el mas certero, hoy en dia resulta poco confiable el discurso cientifico actual porque se presta a los intereses de aquellas estructuras sociales que han usurpado el lugar de las figuras claves en la psicologia del individuo. El mejor ejemplo lo tenemos en la manipulacion que ha tenido esta pandemia y todo sobre respaldado por autoridades cientificas mundiales. Entonces como pasar de la duda a la creencia con el metodo cientifico si ahora dudamos de los cientificos ?
Cristian, no es cierto que todos “dudamos” de los científicos. En todo caso el que duda sos vos, y tenés todo el derecho de hacerlo, por supuesto! Pero no generalices. Un abrazo a todos desde Buenos Aires en el “Día de la Independencia” argentina.
Hola Cristian. La variabilidad en la investigación es normal, especialmente para un fenómeno nuevo. La investigación experimental y la comunicación entre científicos es un proceso tardado. Dentro de unos años habrá mucho más consenso, pero ahora todo es volátil. Y sí, los seres humanos no son perfectos, hay egoísmos y otros factores que distorsionan el proceso y los resultados, pero hay que confiar en la comunidad más amplia posible de investigadores. El propio método, aplicado una y otra vez, tenderá a eliminar estos factores.
Gracias Darin.
Tienes razon. Debemos añadir esperanza a la creencia. Es refrescante.
Cuidate mucho.
La ciencia es neutra. Los científicos la mayoría obviamente esta buscando explicaciones a sus dudas. Pero no nos
confundamos, ciencia con científicos. Aunque los que hacen ciencia son los científicos. Obviamente en esta pandemia todos tenemos dudas y tristemente, el que “más grita” es al que escuchamos pero se que los verdaderos científicos están trabajando y nos tendrán respuestas más adelante. El método científico seguirá siendo el más certero pero hay quienes lo manipulan. Y siempre las estructuras sociales han querido manipular la ciencia pero a largo plazo sale la verdad. Yo no he entendido porqué muchos dicen que la pandamia es manipulación?, yo he visto personas cercanas morir de esa enfermedad. Y también a muchos que les ha dado y solamente fue una gripe o catarro. El que alguien diga que es científico no significa que tiene la verdad.
Maestro saludos seguimos en estos momentos en la fijación de la creencia, tan actual su tema, le saludo
Mi estimado Darin!
Yo siempre he pensado que la ciencia y la filosofía nacieron juntas y siendo la misma cosa, el deseo de entender a través de la razón.
Que la filosofía es la frontera que marca los límites de la ciencia, y nos hace reflexionar sobre temas que se encuentran más allá de la aplicación del método científico, pero que muchas veces con el tiempo cruzan la línea de la filosofía a la ciencia como por ejemplo la teoría atómica o la astronomía.
En cualquier caso, sin importar si se trata de ciencia o filosofía, ambas excluyen por completo de su esencia las creencias y se construyen a partir del pensamiento. No sobre el proceso mental fugaz que pasa por la cabeza, sino por la reflexión, la argumentación, la lógica y la congruencia.
Creo que los mejores maestros no son los que te enseñan a creer tal o cual cosa, sino los que te facilitan las herramientas para que puedas pensar sobre cual o tal cosa y la razón por la que hoy existe tanta polaridad y dogmatismo es porque vivimos en un mundo donde hay más de los primeros que de los segundos.
Saludos.
Como siempre es un placer visionar y aprender de tus vídeos. Un saludo con afecto desde Tenerife.
Cristian no es cierto que todos “dudamos de los científicos”. En todo caso el que duda sos vos, y tenés todo el derecho de hacerlo, por supuesto! No generalices. Un abrazo fuerte para todos desde Buenos Aires, en el Día de la Independencia argentina
Darin, otra vez te has puesto al servicio del conocimiento (y de nosotros, tus alumnos) exponiendote personalmente en cada clase y en cada video. Creo que la clave de tu extraordinaria efectividad docente está en la pasión que transmitís. La gente inmediatamente se interesa por algo que es capaz de apasionar tanto a alguien. Se trate de filosofía o de un curso de jardinería. Es más, te voy a decir algo que creo no te va a gustar (ja!): la clave de tu efectividad docente es más “emocional” que intelectual. Sos un gran facilitador del conocimiento, uno de los más grandes que he conocido. Gracias!
NOTA: Creo que está equivocado tratar a la CERTEZA como si fuera un concepto, oponiéndola a otro concepto como es el ERROR / La certeza es (para mi y para muchos otros) un SENTIMIENTO, se siente o no se siente, no tiene nada que ver con la Razón ni con los pensamientos / Y desde el punto de vista lógico, me parece que no se pueden comparar entes de distinta naturaleza, como lo son los pensamientos y las emociones / No te olvides, Darin, que la persona humana es 50% razón y 50% emoción / Y si hasta ahora venís hablando del primer 50% de un modo brillante, esperamos que pronto abras tu corazón y le des el espacio que se merecen las emociones en tus videos / Un abrazo
Hola Mario. Gracias por tus palabras. Peirce diría que la persona es 10% razón y 90% emoción! La mayor parte de nuestro razonamiento es instintivo, no conciente. No creo que haya hablado de la certeza. La investigación no trata de eso, sino de la duda-creencia que planteamos en el vídeo. Saludos!
Si sí Darin, me equivoqué! Lo que disparó mi reflexión no fue Pierce, sino Russel diciendo algo así como que “filosofar es aprender a vivir sin certezas”. En el mundo del management hay una disciplina nueva que se llama “Gestión del conocimiento” y el “gurú” japonés de apellido Nonaka (uno de los padres de KM o knowledge-management), define de esta manera al conocimiento: una certeza personal justificada en la propia experiencia. Russel es un filósofo racionalista extremo. Algo así como un “dogmático de la Razón”. No así Pierce por lo que comentás de él. Tengo que comprar tu libro! Abrazo
Hola Darin, gracias por tus acertadas exposiciones , este tema de la duda-creencia como todos para mí, me parecen muy acertados y me trae a colación un pensamiento de René Descartes que decía algo así como: si hay algo bien distribuido en el mundo esa es la razón, todo el mundo cree tener suficiente, y una parte del pensamiento de Pierce sobre la creencia ma pareció relacionado.
Darin
La filosofía no es ciencia, pero tiene la capacidad para darle sentido a la ciencia y a la teología religiosa y a cualquiera otra percepción humana de la realidad. Puede darle sentido a todo pues tiene la libertad necesaria para hacerlo (ciertamente, superando los dogmas de los que has hablado antes). Al menos tiene el potencial. Otra cosa es que como humanos usemos ese potencial que vive con nosotros día a día.
La filosofía puede explicar todo en todos los aspectos de la realidad, si es que asume su verdadera razón para existir, es decir, emplear nuestra capacidad ilimitada para aplicar la racionalidad por sobre todo. Por ello, tal como ya te he planteado antes, cuando te dije que la Metafísica no existe, es decir que todo es materia y física, comenzamos a hablar de realidades objetivas, funcionalmente incuestionables racionalmente, ni tampoco científicamente o técnicamente, y por ello totalmente abordables racionalmente. Todo se trata de absolutos (al menos dentro de este Universo), y esos absolutos (en sus distintos componentes) explica tanto a la ciencia como a la teología religiosa, es más, son capaces de explicar todo, de manera física o como consecuencia de la física. Hago notar que lo único que no está sujeto a las reglas absolutas en la realidad es nuestra subjetividad analítica, pero ello puede ser explicado de manera funcionalmente objetiva, como algo que tiene una justificación objetiva y funcional. Digamos por ahora que no podría ser de otra manera.
La cuestión no se trata de si creer o dudar en sí, se trata de ser capaz de aceptar que tenemos totalmente al alcance de nuestro intelecto, la capacidad para entender y explicar la realidad. Veo mucho temor entre los filósofos a aceptar esa realidad, prefiriendo los dogmas como argumento para no ir más allá. Tal como citas a Pierce, el desafío para superar la duda estriba en encontrar la explicación externa a nuestro pensamiento, algo objetivo como te he planteado, absoluta, físico y material. Lo cierto es que a estas alturas de la Humanidad, esas explicaciones están al alcance de nuestras vivencias, es solo que nadie (se ha atrevido) a dar el paso necesario, lo que veo como una consecuencia del potencial bullying dogmático que podría venir, de darse ese paso. Pues este potencial terremoto, viene a descolocar a todo el establishment, aferrado a “más de lo mismo”, que indudablemente es más cómodo.
Es necesario que la filosofía cambie de actitud, y asuma ese rol integrador que solo ella puede dar. Es ella la deseosa de conocer la verdad (bueno, superando los dogmas).
Un saludo afectuoso, y agradezco el espacio para este tipo de discusiones.
Todo esto lees?
Te lo comento porque hay muchos nerds en las antenas de transmisión, si quieres aprenderás, la filosofía de Marx, es realista, la filosofía de Mendel es idealista, ojo fueron (filosóficamente hablando), contemporáneos, Voltaire y Kant?, (También contemporáneos), pero sus posturas son diametralmente opuestas, porque se da esto?, O porque se ha dado a través del tiempo?, Somos realmente originales?, Somos realmente independientes?, Pues no?, Estamos atrapados (por así decirlo), en una época, da es la trama del tiempo, Heidegger relata de manera genial ese abismo del hombre en el tiempo, cuando dice el hombre es tiempo, pero va más allá en su diiscurso sobre el tiempo al afirmar que es eterno, en verdad lo único eterno es el cambio, pero entonces si existe el eterno, (SE LLAMA CAMBIO )
Cuál creencia?, Amiga la realidad y la creencia, decía Platón no son opuestas, son diversas formas de entender tu realidad, está no es fija, ni inmutable, es cambiante, como cambiante es el momento, (no se detienen), detener, significa que la tragedia shekakspiriana está basada en la fijación de la realidad, pero está, ya lo dijo el maestro Heidegger, no se detiene, (y como dijera don Teofilito), ni se detendrá. 😂saludos Darín, desde San Diego, California, que sabemos, extrañas
Muchas gracias por sus explicaciones.
un saludo cordial desde Galicia.
M.Jesús
Saludos María!
Darin, muchas gracias por este planteamiento sobre las creencias, en mi caso, me ha dado un marco conceptual sobre el cual trabajar el concepto de la creencia, he ir más allá de simplemente etiquetarla considerando así mismo mi propia creencia. Saludos desde CDMX.
Saludos CLaudia!
“…De allí que en un caso dado,el aceptar o no aceptar puede llevar a caminos muy diferentes.Debido a que se acepta algo como tal y se inserta esta creencia en la imagen que se tiene del mundo, en algunos casos se pierde efectivamente la capacidad de retroceder y ponerlo en duda.Si no se lo acepta como tal sino que en lugar de ello se resuelve cuestionarlo,puede llegarse a la conclusión de que no es correcto,lo mismo que alguna de sus consecuencias”
?Qué puede revelarnos sobre el pensar un análisis de los fundamentos de la matemática?.
Gabriel Stolzenberg
“La realidad inventada” Paul Watzlawick y otros.
GEDISA editorial.
Hola Darin, Te envío un poema de Antonio Machado, llamado “Dice la razón”. La idea es ver a la poesía como una fase intermedia entre razón y teología, es decir: razón, poesía y teología.
En este video “La fijación de la creencia”, citas a Kant y a Russell, en este orden:
“(…) hay cuestiones propuestas por la naturaleza de la razón misma, que la razón humana no puede contestar, porque superan las facultades de la razón humana”
“todo dogma concerniente a lo que rebasa el conocimiento definido pertenece a la teología”
Dice la razón
(Poema de Antonio Machado)
Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón,
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.
Darían a ver qué te parece, al menos el poema es hermoso.
(Soy un lector devoto de la Fonda Filosófica, Gracias).
Muchas gracias Sergio, me gustó!