Hoy revisamos la Introducción y la importante idea de la negación determinada, motor de la célebre dialéctica hegeliana.
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A diferencia del Prólogo, la Introducción es más clara y entendible, y también más corto además. Además, en ella Hegel habla de cuestiones que inciden directamente en la lectura que viene, cuestiones que es importante esclarecer para aprovechar el texto que nos presenta. Es que Hegel viene al final de una tradición que había empezado 170 años antes con la publicación del Discurso del método de Descartes. La filosofía moderna que Descartes inauguró se inicia preocupándose por la correspondencia entre nuestras creencias y el mundo al que hacen referencia. En la ausencia de algún método que asegure una correspondencia verídica, el escepticismo puede crecer como un cancer y debilitar al conocimiento.
Semejante método es el tema del Discurso de Descartes y de la mayoría de los filósofos europeos hasta el mismo Kant. Lo que cada uno supone, y esto es lo que Hegel comenta en el primer párrafo de la Introducción, es que antes de intentar conocer la realidad hay que reflexionar sobre el intelecto humano y asegurar que sea capaz de hacer el trabajo. Esta preocupación ha llevado a los filósofos, sean racionalistas (como Descartes), empiristas (como Hume) o idealistas (como Kant) a concebir la razón humana como un “instrumento que sirve para apoderarse de lo Absoluto o como el medio a través del cual éste es mirado”.
Para Hegel, este intento de buscar un método para la correcta conducción de la mente carece de dos problemas. Primero, si reflexionamos sobre nuestro modo de conocer, esta propia reflexión también podría ponerse en tela de juicio, por lo que esta capacidad de reflexionar correctamente sobre el conocer también tendría que examinarse, ad infinitum. Claramente, esto no va a funcionar. El segundo problema es que la concepción del intelecto como un instrumento o un medio, algo que se interpone entre nosotros y el mundo, no debilita al escepticismo, sino que lo refuerza. El problema es que si nuestro contacto con el mundo es a través de un instrumento o medio, pues estos inevitablemente distorsionan ese contacto de alguna manera. Si te pones un guante para tocar un objeto, el guante distorsiona tu sensación táctil del mismo, y si usas un espejo como un medio para ver un objeto, la óptica de la refracción te entrega una imagen tergiversada. Descartes creó el espejo y Kant lo pulió, pero por pulido que esté, nunca podrá eliminar su efecto deformador. Es por eso que vemos la distinción entre fenómeno y noúmeno en Kant. Por cierto, la metáfora del medio como espejo es la que usó Rorty en su famoso libro La filosofía y el espejo de la naturaleza.
Pues Hegel termina diciendo que este temor de incurrir en el error es el error mismo. Hay que dejar de pulir el espejo ya que no es más que un saber aparente y vacío lo cual, dice Hegel, “inmediatamente desaparece al entrar en acción la ciencia” (p. 47). La ciencia, o Wissenschaft, es la propuesta de Hegel, su forma de hacer filosofía, y es a grandes rasgos aquel saber que logra conocer la realidad en su totalidad, o sea, lo absoluto. Obviamente, piensa que su forma de ver las cosas es superior a las demás, sin embargo, las demás no “desaparecen inmediatamente” porque ellos piensan lo mismo de su forma de pensar, piensan que es ciencia que capta cabalmente la realidad. Cada quien asegura a los demás que anda en lo correcto, pero estas garantías no valen nada, ni siquiera la de la ciencia hegeliana. De hecho, Hegel dice que su propuesta, “no es aún la ciencia en su verdad, desarrollada y desplegada” (p. 47). Para cada postura, todas las demás son meros saberes aparentes. Para ver esto en acción, ¡sólo hay que ir a un congreso de filosofía! Bueno, de alguna forma, Hegel tiene que disipar la duda que otros tendrían de su propuesta y demostrar que realmente es ciencia. ¿Cómo lo hará? Ésta es la tarea de la Fenomenología del espíritu.
A pesar de que haya varias otras posturas filosóficas (cartesiana, kantiana, etc), lo que todos (al menos en la tradición moderna) tienen en común es que les parece natural preguntar primero por el método a seguir. Entonces, en el texto de la Fenomenología, vamos a seguir a un representante de esa creencia, la consciencia natural, y vamos a ver si por cuenta propia llega a adoptar la versión hegeliana de ciencia filosófica. Obviamente, su público real, quien realmente Hegel quiere convencer, somos nosotros lectores, los que junto con Hegel observamos fenomenológicamente la ida y vuelta del protagonista del texto, la conciencia. Para convencernos, lo que Hegel no puede hacer es escribir un texto como uno de los diálogos de Platón. Cualquiera que haya leído esos textos sabe que no son diálogos de verdad, sino Sócrates exponiendo la verdad y sus interlocutores accediendo con demasiado facilidad: “Claro que sí Sócrates, tienes razón”. Si en ese plan la conciencia renuncia su postura y acepta sin argumento todo lo que plantea Hegel, pues eso no se vale; sería adoptar una creencia de forma dogmática. Tampoco puede Hegel postular o usar en su argumento nada sobre el mundo que la conciencia no acepte, ya que semejantes premisas, que informan la visión de Hegel, es lo que está en cuestión. Es muy fácil derribar la posición de tu oponente desde tus propias creencias, pero si el otro no las acepta, no haces más que cometer una petición de principio.
Tomando esto en cuenta, la estrategia que Hegel adopta consiste en tratar estas otras posturas no desde afuera, sino desde adentro, es decir, la Fenomenología del espíritu será una crítica inmanente en la medida en que la inviabilidad de otras formas de entender la realidad será demostrada en términos de sus propios conceptos, o sea, la posición caerá bajo su propio peso, y no porque Hegel la haya empujado, sino por la actividad de la propia conciencia natural. Por cierto, esta idea de una crítica inmanente la vemos muy claramente en la deconstrucción de Derrida.
Bueno, hablemos un poco de esta actividad. En la p. 47, Hegel nos dice cual es su finalidad. Dice que la meta “se halla allí donde el saber no necesita ir más allá de sí, donde se encuentra a sí mismo y el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto”. Lo que describe aquí es el saber absoluto. Luego dice: “La progresión hacia esta meta es también, por tanto, incontenible y no puede encontrar satisfacción en ninguna estación anterior”. Cuando hablamos de la conciencia natural, no estamos hablando de una sustancia immaterial por ahí, sino de un ser humano que siente. Desea superar su finitud y la sensación de enajenación con su entorno que implica. Como decía Freud, lo que busca es el placer, pero no esto o aquel placer limitado, sino un placer o satisfacción racional, de modo que, como dice Hegel, al ver al mundo de forma racional, el mundo le regresa una mirada racional. En otras palabras, estando en el mundo, se siente en casa. Éste es el motivo que va a impulsar a la conciencia a lo largo del camino de la Fenomenología.
A pesar del elevado motivo, sabemos que el camino a él va a desesperar a la conciencia; parte por parte, va a experimentar la negación de su mundo, de todo lo que le era familiar, claro y evidente. Verá que no son lo que pensaba, y ésta es una experiencia profundamente negativa, hasta violenta. Sin embargo, Hegel dice en la p. 48 que “la exposición de la conciencia no verdadera en su no verdad no es un movimiento puramente negativo”. Aun cuando la conciencia lo experimenta así, dice Hegel que hace “abstracción de que esta nada determina la nada de aquello de lo que es resultado […] la nada considerada como la nada de aquello de que proviene, sólo es, de hecho, el resultado verdadero”.
Lo que Hegel describe aquí no es la simple negación que experimenta la conciencia, sino lo que él llama la negación determinada. Es un concepto muy importante que de hecho está a la base de su dialéctica. A lo largo del libro, vamos a ver una larga y variada serie de configuraciones de la conciencia, es decir, posturas epistémicas hacia el mundo. La conciencia experimenta el paso de una configuración a otra de forma abrupta, como una negación que simplemente aniquila una configuración tras la cual llega otra distinta. Para Hegel, el paso de una en otra obedece una lógica, es decir, una forma no simplemente sigue a una anterior, sino que se genera a partir de ella. La anterior queda negada, pero no de manera indiferente o indeterminada, sino de una forma determinada. Tomemos un ejemplo sencillo, digamos comprar una computadora. Si la conciencia considera una Mac, pero por costoso decide que no, entonces la siguiente configuración de la conciencia podría ser la imagen de una PC de Windows o Linux. Semejante configuración sería una negación determinada de la de la Mac. Una negación indeterminada no toma en cuenta el contexto, de modo que la siguiente configuración podría ser cualquier cosa que no fuera una Mac, por ejemplo, un libro de Hegel, la idea de viajar a Tahiti, el sonido de un cello, etc.
Además, aunque la primera configuración ha quedado cancelada o negada, la nueva configuración que resulta de esta negación determinada conserva un aspecto de la anterior, elevándolo o superándolo de forma orgánica en esta nueva configuración. Esto describe la famosa dialéctica hegeliana en la que una configuración queda no simplemente negada, sino superada o aufgehoben. Es muy importante que deseches de tu mente esa fórmula de “tesis-antítesis-síntesis”. Eso de tesis y antítesis parece significar términos lógicamente contradictorios, como racional e irracional, por ejemplo. Pocas veces en el libro encontraremos los términos de la dialéctica como opuestos contrarios. En todo caso, en ninguna parte Hegel habla de su dialéctica en términos de esta fórmula, aunque Kant y Fichte sí la usaba. Lo más probable es que tras la muerte de Hegel, los primeros comentaristas de su pensamiento intentaban explicarlo apoyándose en esta fórmula.
Bueno, Hegel dice: “La serie de las configuraciones que la conciencia va recorriendo por este camino constituye, más bien, la historia desarrollada de la formación por medio de la cultura [o sea, la educación] de la conciencia misma hacía la ciencia”, es decir, hacia aquel punto donde “el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto”.
Esta última afirmación nos lleva al último tema de la Introducción: la cuestión de un criterio. Una configuración de la conciencia se transforma en una nueva porque algo en la primera resultó problemático, no satisfactorio. Pero ¿insatisfactorio con respecto a qué? Esto parece implicar un criterio con respecto al cual la configuración problemática se juzga. ¿Dónde encuentra el criterio? Recuerda que no puede cometer una petición de principio e imponerlo desde un punto de vista externo. Tendrá que generarse de forma inmanente, dentro de la propia conciencia. En el siguiente pasaje, Hegel dilucida la estructura de la conciencia, la cual nos da la pista para una respuesta. Dice en la p.50 que la conciencia “distingue de sí misma algo con lo que, al mismo tiempo, se relaciona; o, como suele expresarse, es algo para ella misma; y, el lado determinado de este relacionar o del ser de algo para una conciencia, es el saber. Pero, de este ser para un otro distinguimos el ser en sí”. Lo que Hegel describe aquí es muy sencillo. Cualquier estado o configuración de la conciencia siempre tiene un contenido, es decir, está relacionada con un objeto. Si el objeto es una manzana, por ejemplo, la manzana tiene dos aspectos: es un ser en sí, es decir, es algo que es lo que es al margen de su relación con la conciencia, y también es un ser para la conciencia.
Ahora bien, lo que estamos buscando es un criterio para juzgar si lo que la conciencia sabe del objeto es verdadero. El empirista dice que ese criterio se halla en el objeto en sí fuera de la conciencia. Kant dice que el criterio es una función de la conciencia, de la aplicación de las categorías del Entendimiento, con lo que conocemos al objeto únicamente como es para la conciencia y no en sí. Hegel, siendo idealista, dice también que el criterio se halla en la conciencia, pero hay importantes diferencias.
Primero, dice en la p.50 que la distinción entre el ser en sí y el ser para la conciencia recae dentro de la propia conciencia, por lo que “La conciencia nos da su parámetro [o criterio] en ella misma, razón por la cual la investigación consiste en comparar la conciencia consigo misma”. ¿Qué significa eso? ¿Qué es lo que se compara? Bueno, por su lado, la conciencia parte de un concepto o modo de conocer, o sea, una pequeña “teoría” acerca de cómo abordar los objetos del mundo. El concepto o pequeña teoría con el que parte la conciencia en el primer capítulo es, como veremos, la certeza sensible. Este concepto se compara con el objeto, no el objeto en sí, sino tal y como se nos manifiesta, el objeto para la conciencia. El proceso de conocer no tiene que ver con alinear nuestro concepto del objeto con el objeto en sí allá en el mundo externo (esto sería el camino empirista, ni tampoco con hacer que el objeto en sí en el mundo se conforme a nuestra manera de saber (eso sería Kant), sino con alinear nuestro concepto del objeto, esta determinada configuración de la conciencia, con el objeto para la conciencia, dentro de la misma. La pregunta es si el concepto que tenemos del objeto es adecuado o corresponde con el objeto de ese concepto tal y como se da en nuestra experiencia.
¿Cómo se averigua esto? Hegel dice: “Si, en esta comparación, encontramos que los dos términos no se corresponden, parece como si la conciencia se viese obligada a cambiar su saber, para ponerlo en consonancia con el objeto mismo, ya que el saber presente era, esencialmente, un saber del objeto; con el saber, también el objeto pasa a ser otro, pues el objeto pertenecía esencialmente a este saber”. Eso del objeto pasando a ser otro es muy importante, pero primero veamos lo que dice aquí en un ejemplo muy sencillo. ¿Alguna vez has pensado que cierta persona es mala pero luego al tratarlo te trata con amabilidad? Tu concepto no correspondió al objeto tal como se manifestó en la experiencia, así que cambias el concepto con el que lo tratas. Pero lo que cambia no es sólo el concepto, sino que dice en la cita que el objeto pasa a ser otro. ¿Qué quiere decir?
Pues con esta afirmación, hace referencia a la negación determinada que tratamos hace poco. Hasta ahora, he estado hablando de los dos objetos, él que es en sí y él para la conciencia, desde el punto de vista de Hegel y sus lectores, o sea, nosotros que observamos la conciencia. Pero desde el punto de vista de la conciencia, el objeto que trata de conocer con su concepto lo considera únicamente como un objeto en sí. En todo momento, la conciencia afirma conocer al objeto tal cual es en sí, de forma absoluta, pero lo que aprende al ver que su concepto no corresponde al objeto es que su conocimiento es falso o parcial, y que el objeto que tomaba como algo en sí no es más que un objeto para la conciencia. Este punto es muy importante. La conciencia tiene ahora dos objetos, el primero que consideraba como en sí y uno nuevo que resulta del choque en el que ve que su concepto no corresponde al primer objeto. Ahora ve el objeto en la parcialidad que resulta de su determinación por el concepto. La negación determinada del primer objeto es lo que origina este nuevo objeto. Hegel se refiere a todo esto en la siguiente cita de la p. 52: “Cuando lo que primeramente aparecía como el objeto desciende en la conciencia a un saber de él y cuando el en-sí deviene un ser del en sí para la conciencia, tenemos el nuevo objeto por medio del que surge también una nueva figura de la conciencia, para la cual la esencia es ahora algo distinto de lo que era antes. Es esta circunstancia la que guía en su necesidad a toda la serie de las figuras de la conciencia”.
Ésta dinámica es lo que se va a repetir a lo largo de la Fenomenología hasta que, como comentamos antes, “el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto” o, en otras palabras, aquello sobre lo que teorizamos y lo que de hecho experimentamos coinciden. En este punto, el punto del saber absoluto, ya no habrá diferencia alguna entre nuestra teoría del objeto y el objeto de la teoría: el pensar y el ser se unen.
A lo mejor te sorprenda reconocer un lado empírico en las palabras de Hegel cuando dice que si nuestro concepto o teoría no corresponde con lo que observamos entonces hay que cambiar el concepto. Pues sí, es verdad. Si la conciencia busca satisfacción en su experiencia del mundo, no puede arbitrariamente creer lo que quiera. Sin embargo, Hegel pone límites al empirismo. Dice que cuando nos damos cuenta de que nuestro primer concepto es falso, que no corresponde al objeto, pareciera que eso se debe a que nos encontramos con un segundo objeto que nos llega de forma contingente y puramente exterior, es decir, el choque de la experiencia donde la Madre Naturaleza nos enseña, de modo que nuestro papel como conocedores es simplemente la pura aprehensión del objeto en sí. No obstante, el segundo objeto que menciona aquí, o el nuevo objeto para la conciencia, no es simplemente presentado en su simple totalidad por el mundo, sino que se genera a través de la negación determinada, dentro de la conciencia. Como dice Hegel: “El nuevo objeto se revela como algo que ha llegado a ser por medio de una inversión de la conciencia misma”. Sin duda, hace falta una experiencia de choque entre el concepto y nuestro experiencia del objeto, pero lo que genera el nuevo objeto para la conciencia, lo que permite que veamos el objeto de una nueva manera y que sigamos refinando nuestra experiencia de él, es esta inversión de la conciencia, o sea, una nueva configuración, un nuevo concepto o teoría, o lo que C.S. Peirce llamaba una abducción. Como él decía, la abducción es la única operación lógica que introduce cualquier idea nueva. Sin ideas o conceptos, el mundo no sería más que un presente que sentimos. Es sólo con el concepto que el mundo, al dirigirnos hacia ella, nos regresa una mirada racional.
Excelente video. Para reflexionar con cuidado todo su pensamiento.
Gracias Mateo 🙂
Todavía no leí este documento Darin, pero quería decirte que no encuentro profesor que sea tan claro y didáctico como vos.
Ya escuché los de Kant y Zaratustra (Nietzsche). Maravillosos.
Norma.
Vivo en Buenos Aires, Argentina. Soy una jubilada de 74 años que empezó a ver filosofía hace sólo 4 años y me tiene atrapada.
Graciassssssssssss
Vaya, que gusto me da saber que ha encontrado un gusto por la filosofía. Son ideas difíciles pero muy interesantes y ejercitan las neuronas! Aquí nos seguimos viendo en la Fonda, un abrazo desde México!
Inmensamente agradecido!
Es gusto es mío Gaspar 🙂
Darwin.
Gran explicación y muy clara, para mi
Soy una principiante en el estudio de filosofía, atrapada por su forma de explicar y dar clase .Gracias Maestro por este año reingreso a clases de universidad Lic en Psicología y escucharlo abre mi mente para conectarme con el Mundo del pensamiento
Un fuerte abrazo de año nuevo 2018
Hola Laura, gracias, suerte con los estudios!
Sus clases son aportes invaluables estimado Doctor.
Gracias Frank 🙂
Gracias Darin!
Agradezco tu labor en difundir de forma amena y sistemática, la Filosofía.
Saludos desde Montevideo, Uruguay,
Roberto
Gracias a ti Roberto 🙂
Hola Darin,
Ante todo, un millón de gracias por tus vídeos, me ayudan enormemente a captar ciertos conceptos que sin una explicación como la tuya, aún seguirían siendo un misterio para mi.
De todas maneras, hay algo que no llego a comprender:
Si por un lado, como dices en el vídeo, desde el empirismo a través de los sentidos, se conoce el objeto tal y como es, y en el caso del Idealismo Kantiano, se cono al objeto como Noumeno a través de las categorías de la conciencia, pero con el apoyo también de los sentidos, no llego a entender todavía el “movimiento” dialéctico que has comentado. Es decir, por lo que entiendo, la conciencia conoce el objeto a través de los sentidos, determinando a través de sus conceptos (o como dices “pequeñas teorías sobre el objeto) lo que el objeto es para la conciencia. Ahora bien, si la conciencia compara su saber previo del objeto, y concluye que no es verdadero, la conciencia se ve obligada a cambiar su saber (y es aquí donde se produce el movimiento dialéctico).
Y luego de este movimiento, se origina el segundo, creado desde la negación del primero.
Entonces, y ya finalizando, intuyo de que ese “saber absoluto” del que habla Hegel, es cuando todos nuestros conceptos correspondan a la realidad, y esto, tal como decías en tu otro vídeo, solo se puede dar a través de la Filosofía, y no a través del Arte o la Religión, ya que si bien se puede captar emocionalmente el “Absoluto”, no se lo puede captar Racionalmente.
Muchas gracias de nuevo desde España!
Gabriel Noblia
Hola Gabriel. Sí, en el empirismo, lo que se pretende conocer es el objeto en sí allá en el mundo. Pero te corrijo en cuanto a Kant. EN Kant no se conoce al Noúmeno, sino al Fenómeno. Y en cuanto a Hegel, pues has descrito bien el proceso. Él sí pretende conocer a la realidad y no sólo al fenómeno que producimos a través de las categorías. El problema de Kant y los empiristas es que son atómicos. Los objetos del conocimiento son pedacitos del ser. Para Hegel, lo real es la totalidad como sistema, lo absoluto. Lo que impulsa la conciencia hacia ese tipo de saber es la dialéctica, el trabajo de la negación determinada que va ampliando las relaciones de lo que investigamos poco a poco con todo lo demás. Es un largo y arduo proceso, por eso el camino de la desesperación!
Hola Darin,
Muchas gracias por tu explicación, me queda mucho más claro!
Ahora esperaré los próximos vídeos para seguir aprendiendo, y por supuesto, seguir el camino a la desesperación 🙂
Veo que en estos autores la moral es una gran pilar de sus sistemas filosóficos, por ello si me puedes recomendar algún libro u otro vídeo en el que hables de ello, te lo agradeceré!
Saludos,
Gabriel Noblia
Hola Darin,
Muchas gracias por tu explicación, me queda mucho más claro!
Ahora esperaré los próximos vídeos para seguir aprendiendo, y por supuesto, seguir el camino a la desesperación 🙂
Veo que en estos autores la moral es una gran pilar de sus sistemas filosóficos, por ello si me puedes recomendar algún libro u otro vídeo en el que hables de ello, te lo agradeceré!
Saludos,
Gabriel Noblia
Darin, en tus vídeos de Hegel haces mención a páginas de lo que supongo una determinada edición de la obra de Hegel. ¿Podrías indicar cuál? Gracias
Hola Antonio. EN uno de los primeros vídeo comento que vamos a usar la edición del Fondo de Cultura Económica revisada por Gustavo Leyva. A ver si lo encuentras.
Muchísimas gracias por compartir tu excelente trabajo. Le doy muy buen uso
Gracias a ti Sara 🙂
Hola Darin! Los contenidos de hoy han sido muuucho más sencillos que los del video anterior. Lo que me asombró esta vez ha sido la aparición de un nuevo personaje : “La Conciencia Natural” No es un concepto difícil de captar ni nada parecido a un académico razonando sobre Filosofía. No no. Es -como tú mismo dices- una simple y sencilla persona “que siente”. Como cualquiera de nosotros. Y me gustó que Hegel “baje” al nivel de la emocionalidad para resolver los complejos problemas del conocimiento. Este genio anticipó hace 200 años lo que hoy se empieza a conocer como “inteligencia emocional”. Y anticipó lo que hoy te intentan enseñar en cualquier curso de comunicación cuando te dicen : “no confundas tu interpretación de la realidad con la realidad”. La actualidad de Hegel es impactante ¿Estás cerca de Buenos Aires? Por lo pronto veremos que nos traes en el próximo video. Un abrazo!